Reseña de Lucy: Un Viaje a lo Desconocido

«Lucy», dirigida por Luc Besson, es una película de ciencia ficción que plantea una premisa audaz: ¿qué pasaría si el ser humano pudiera desbloquear el 100% de su capacidad cerebral? A lo largo de la película, la protagonista, interpretada por Scarlett Johansson, se enfrenta a un viaje de transformación trascendental que no solo desafía las leyes de la física y la biología, sino también nuestra comprensión de lo que significa ser humano.

La historia sigue a Lucy, una joven que se ve atrapada en una peligrosa red de tráfico de drogas. Tras ser forzada a transportar una nueva y poderosa droga sintética dentro de su cuerpo, un accidente provoca la liberación de grandes cantidades de la sustancia en su sistema, lo que empieza a alterar su cerebro de formas extraordinarias. A medida que Lucy comienza a utilizar más del potencial de su cerebro, se vuelve capaz de realizar hazañas inimaginables, desde controlar objetos con la mente hasta manipular el tiempo y el espacio.

El concepto de usar el 100% del cerebro es, en gran parte, una exageración ficticia. En la realidad, el cerebro humano ya utiliza casi todas sus áreas para diferentes funciones. Sin embargo, el enfoque de Besson convierte este concepto en una excusa para explorar un viaje visualmente impresionante y conceptual. A medida que Lucy alcanza nuevos niveles de poder cognitivo, se enfrenta a dilemas éticos y existenciales sobre el propósito de su existencia, la naturaleza de la vida humana y el futuro de la humanidad misma.

La actuación de Scarlett Johansson es uno de los puntos más fuertes de la película. Su habilidad para interpretar una mujer que pasa de ser una víctima indefensa a una entidad casi sobrehumana que trasciende el conocimiento humano le otorga a «Lucy» una increíble energía. Johansson logra transmitir una evolución sutil pero impactante, a medida que su personaje se convierte en algo mucho más allá de un simple ser humano.

Morgan Freeman, quien interpreta al Profesor Norman, un neurocientífico que explica los descubrimientos de Lucy, aporta seriedad al film. Su papel en la película es crucial para conectar el surrealismo de la trama con las implicaciones filosóficas que plantea, especialmente en cuanto al uso del cerebro humano y los límites del conocimiento. La relación entre Freeman y Johansson no es la más desarrollada, pero funciona bien como un contraste entre la humanidad de Freeman y la deshumanización gradual de Lucy.

Visualmente, «Lucy» es un festín de imágenes llamativas. Luc Besson, conocido por su estilo visual distintivo en películas como León, el profesional y El quinto elemento, aplica técnicas cinematográficas innovadoras que juegan con la percepción del espacio y el tiempo. Las escenas donde Lucy se conecta con el universo, e incluso las representaciones de sus capacidades cerebrales en expansión, son momentos visualmente impactantes que aportan a la atmósfera de la película.

La acción está presente en gran parte de la película, aunque no es el eje central de la trama. Si bien la primera mitad de la película ofrece secuencias de acción intensas y dinámicas, con persecuciones y combates, la película cambia de tono conforme Lucy adquiere más habilidades. Los momentos de acción se equilibran con una creciente reflexión filosófica y una exploración de la percepción humana. Sin embargo, algunos críticos argumentan que el desenlace de la película pierde parte de la atención que había ganado debido a la naturaleza algo críptica y abstracta de su mensaje.

Una de las ideas principales de Lucy es la conexión entre el conocimiento, la percepción y la evolución. A medida que el poder de Lucy se expande, la película toca temas como la trascendencia, el infinito y la importancia del conocimiento. La película no busca solo entretener, sino también hacer que el espectador reflexione sobre las fronteras del conocimiento humano y la posibilidad de un futuro donde los humanos se liberen de las limitaciones biológicas.